06. Doctrina de la Humanidad

Creación de Humanos

  1. Dios creó directamente al primer hombre y a la primera mujer, Adán y Eva, a su imagen, unificados como seres físicos y espirituales compuestos de cuerpo y espíritu,[1] libres de pecado y dependientes de Dios para su vida inmediata y continua. (Génesis 1:26-27; 2:7-9,15-17, 21-22; Job 12:10; 33:4; Sal 139:13-16; Mt 10:28; Hechos 17:25; 1 Co 5:5; 7:34; 2 Co 7:1; Santiago 2:26).

  2. La imagen de Dios se refiere a la intención de Dios de manifestar su presencia en el mundo a través de los seres humanos, tanto individual como colectivamente. Aunque Dios es infinito y omnipresente,[2] creó a los seres humanos para que morara con ellos y se diera a conocer a través de ellos[3] (Gn 2:7; 6:3; Ex 25:8; Nm 11:29; Sal 139:7-12; Ezequiel 36:27-28; 37:27; 39:29; Juan 14:23; Apocalipsis 21:3).

    • a. Dado que los seres humanos fueron creados a imagen de Dios, toda vida humana es sagrada y posee un valor inherente ante los ojos de Dios desde la concepción hasta la muerte.

      • i.  Asimismo, toda persona es digna de respeto, cuidado y protección por parte de sus compañeros humanos, independientemente de su edad, género, etnia, capacidades mentales o físicas, condición socioeconómica, identidad de género, orientación sexual, acciones o actitudes.

      • ii. Todas las formas de abuso, calumnia, deshumanización u opresión hacia los demás seres humanos son una ofensa contra Dios, quien los hizo a su imagen. Honramos a Dios honrando a todos los que están hechos a su imagen y llamándolos a honrar a Dios viviendo de acuerdo con su intención para ellos (Génesis 9:6; Pr 3:5-8; 14:31; 17:5; 22:2; Hechos 14:15; Santiago 3:9-10).

    • b. Mientras que todo ser humano ha sido creado a imagen de Dios, solamente en la encarnación de Jesucristo se revela la plenitud de la intención de Dios para la humanidad. Jesucristo es la imagen de Dios (2 Co 4:4; Col 1:15). Como el Dios-hombre, Jesús manifestó perfectamente la presencia de Dios en su humanidad, revelando tanto cómo es Dios y como los seres humanos fueron destinados (Col 1:15-20; 2:9; Juan 1:1-18; 10:37-38; Heb 1:1-3).

    • c. Dios creó a los seres humanos a su imagen para finalmente conformarlos a la imagen de su Hijo, Jesucristo. Los que están en Cristo experimentarán la plenitud de la intención de Dios de crearlos a su imagen, ya que el Espíritu Santo mora en ellos, manifiesta su presencia a través de ellos y los transforma progresivamente a la imagen de Jesús[4] (Ro 8, 9-11, 29; 2 Corintios 3:18; Colosenses 3:4, 10; Efesios 2:22; 4:20-24). 

    • d. Por lo tanto, si bien afirmamos que todo ser humano es creado a imagen de Dios, también afirmamos que uno debe estar en Cristo, a través de la fe y la regeneración por el Espíritu Santo, para experimentar y manifestar plenamente la presencia de Dios de la manera que Dios quiere, tanto ahora como en la eternidad.[5]

  3. Dios creó a los humanos como racionales, volitivos, relacionales y moralmente responsables, para que pudieran compartir la comunión y el amor de la Trinidad y reflejar ese amor y comunión en sus relaciones mutuas (Génesis 2:8-17; 3:22-24; Juan 13:34-35; 14-17; Mateo 22:36-40; Hechos 17:24-27; 1 Juan 4:7-12).

  4. Dios confió a los seres humanos la autoridad para llenar y sujetar la tierra y tener dominio sobre las demás criaturas vivientes. Como mayordomos bajo la autoridad de Dios, los seres humanos debían cuidar la tierra y sus habitantes, haciéndolos florecer, descubriendo y desarrollando su potencial y disfrutando de su bondad[6] (Génesis 1:26-31; 2:5-15; Sal 8).

  5. El mayor gozo y propósito de la humanidad es glorificar al Dios Trino disfrutando de su compañerismo, sometiéndose a su gobierno y cumpliendo su voluntad en la tierra (Génesis 1:26-27; Salmo 16:5-6, 11; Dt 6:4; Marcos 12:29-31; Hechos 17:24-27; 1 Juan 1:1-4; 2:23-25; 3:24).

Pecado

  1. Cuando Adán y Eva creyeron en la serpiente y se rebelaron contra Dios al comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, esto trajo la maldición de la muerte y una rotura fundamental de su comunión íntima con el Dios Trino (Génesis 2:16-17; 3:1-23).

    • a. Habiendo desobedecido el mandato de Dios, se volvieron culpables e inmorales, mereciendo el justo castigo de muerte (Ro 1:18, 28-2:11).

    • b. Habiendo actuado deshonrosamente, se volvieron vergonzosos, trajeron deshonra al nombre de Dios y fueron exiliados de la comunión con él (Mal 1:6; Ro 1:21; Ef 2:11-13).

    • c. Habiendo rechazado el gobierno de Dios, no se volvieron autónomos sino esclavizados a Satanás, el pecado y la muerte (Romanos 6:17-22; Efesios 2:1-3; Colosenses 1:13; Hebreos 2:14-15; 1 Juan 5:19).

  2. Como el primer hombre, Adán fue la cabeza y representante de todas las personas y, por lo tanto, todo ser humano ha nacido en la humanidad pecaminosa de Adán. Todos los seres humanos comparten la misma maldición y esclavitud a Satanás, al pecado y a la muerte, habiendo heredado la culpa y la vergüenza del pecado de Adán, y están inclinados a rebelarse desde el nacimiento tanto por naturaleza como por elección (Ro 5:12-21; 1 Co 15:45-49).

  3. Aunque todavía están hechos a la imagen de Dios, los seres humanos pecadores no son aptos para que Dios comparta su presencia con ellos y manifieste su presencia a través de ellos de la manera que Dios quiere (Génesis 6:3; 9:6; Judas 19).[7]

  4. Las consecuencias del pecado y la maldición de la muerte han impactado profundamente todos los aspectos de la vida humana:

    • a. Nuestros cuerpos son propensos a enfermedades, heridas, envejecimiento, deformidad, enfermedades mentales y, en última instancia, la muerte, que puede estar conectada con el problema del pecado de cualquiera de las siguientes maneras o de todas ellas:

      • i. Como resultado directo de las propias acciones pecaminosas de uno, o las acciones de otro (Juan 9:1-3; 1 Corintios 11:27-32).

      • ii. Como resultado de la membresía e inclusión de uno en la humanidad pecadora de Adán (Gn 3:17-19; Ro 5:12-21).

      • iii. Como resultado de la existencia de uno en un mundo que también está esclavizado a la declinación a causa del pecado (Romanos 8:18-25).

    • b. Al rechazar el conocimiento que Dios les había dado y al tratar de alcanzar conocimiento que Dios les había negado, la capacidad de la humanidad para conocer fue gravemente afectada. La historia ha demostrado que es posible mucho aprendizaje, investigación y desarrollo incluso en la condición caída de la humanidad. Sin embargo, los seres humanos también son propensos a entender mal o malinterpretar la información, a suprimir activamente la verdad de Dios que es evidente en las Escrituras y en el mundo natural, y a cambiar la verdad por mentiras (Génesis 3:1-6; Ro 1:18-25, 28; 2 Timoteo 3:13; Tito 1:15; Efesios 4:17-18).

    • c. Al despreciar lo que Dios había provisto y desear lo que Dios había prohibido, el pecado ha corrompido la voluntad y los deseos de la humanidad. Somos propensos a desear y elegir lo que es malo, dañino para nosotros y lo que deshonra a Dios. Si bien los seres humanos son capaces de reconocer, desear y elegir muchas cosas que son aparentemente buenas, aun estos deseos están desordenados porque Dios ha sido rechazado como el objeto principal del deseo humano (Génesis 3:6; Isaías 64:6; Jer 17:9; Romanos 1:24-27; 1 Juan 2:15-17; Efesios 2:3; 4:19-22; Tito 3:3; Santiago 1:13-15; 4:1-3).

    • d. Al comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, en directa desobediencia al mandato de Dios, la humanidad se convirtió en hacedores de maldad, asumiendo la responsabilidad de sus acciones y mereciendo el justo juicio de Dios (Génesis 3:17-19; Eclesiastés 12:14; Romanos 1:29-2:11; Gálatas 5:19-21; 2 Corintios 5:10; Apocalipsis 20:11-13).

  5. El pecado de Adán condujo a una ruptura en la relación de la humanidad con Dios de tal manera que los humanos no pueden compartir la comunión y el amor de la Trinidad como Dios quiso (Efesios 2:11-13).

    • a. Esto resultó en la quebradura de las relaciones entre los seres humanos. Si bien las relaciones entre las personas aún son posibles, están plagadas de envidia, conflictos, malentendidos, opresión y explotación, ya que las personas buscan usar a los demás para sus propios deseos egoístas (Génesis 3:16; Lucas 11:11-13a; Ro 1:28-31; Santiago 4:1-3).

    • b. Esto también resultó en el quebrantamiento de la relación entre la humanidad y el mundo creado sobre el cual Dios quería que los humanos gobernaran. Los seres humanos aún ejercen cierta autoridad sobre el mundo creado y han desarrollado gran parte de su potencial, sin embargo, la creación a menudo se opone y frustra los intentos de la humanidad por controlarlo. De la misma manera, los humanos frecuentemente han explotado, manipulado y abusado de los animales y del medio ambiente para sus propios propósitos egoístas, en lugar de cuidar, proteger y hacer florecer la creación según los propósitos de Dios[8] (Gen 3:17-19; 9:2; Hebreos 2:6-8).

Muerte

  1. Adán y Eva fueron creados para depender de Dios como el Dador y Sustentador de sus vidas. No eran intrínsecamente capaces de vivir para siempre, pero a través de la provisión de Dios de un mundo creado que era esencial para el florecimiento humano, y especialmente el árbol de la vida, la vida eterna era posible. Sin embargo, el mandato y la advertencia de Dios de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal para que no mueran, revela que en el principio los seres humanos tenían el potencial para la vida eterna o la muerte (Génesis 2:8-9, 15-17).

  2. La muerte humana es el resultado directo y el castigo justo por el pecado humano. Adán y Eva desobedecieron a Dios al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, y así el potencial de la muerte se hizo realidad; su exilio del jardín del Edén les quitó el acceso al árbol de la vida, y así eliminó el potencial de la vida eterna en su condición pecaminosa (Génesis 3:17-24; Romanos 5:12; 6:23; Heb 9:27)

  3. Como seres físico-espirituales, la muerte humana tiene dimensiones tanto físicas como espirituales:

    • a.  La muerte física se refiere a la muerte y disolución del cuerpo (Génesis 3:19).

    • b. La muerte espiritual se refiere a la separación y quebradura de la relación entre los seres humanos y Dios que resultó del pecado (Isaías 59:2; Efesios 2:1-3).

  4. En Adán, todos los seres humanos nacen espiritualmente muertos y bajo la maldición de una muerte física inminente. Cualquier ser humano que experimente la muerte física mientras aún se encuentra en un estado de muerte espiritual, experimentará la muerte eterna (2 Ts 1:9; Ro 5:12; Apocalipsis 20:11-14).

  5. Debido a que el pecado ha afectado todos los aspectos de la vida humana, los seres humanos son totalmente incapaces de reconciliarse con Dios sin su gracia divina. Por lo tanto, todo ser humano tiene una necesidad desesperada de Jesús como su Salvador, Redentor y Señor, porque solo él puede abordar su condición espiritualmente muerta.

Género, Sexualidad, Matrimonio y Procreacion

  1. Dios creó directamente a los seres humanos en dos géneros diferentes pero complementarios: masculino y femenino. Los varones (hombres) y las damas (mujeres) son creados iguales en los ojos de Dios: igualmente hechos a la imagen de Dios, igualmente pecadores y responsables ante Dios, igualmente necesitados de salvación, e igualmente redimibles y valiosos en Cristo (Gn 1:27; Gálatas 3:28).

  2. Sin embargo, Dios creó ambos géneros para que fueran distintos entre sí en su composición psicológica y física y en sus papeles distintos como hombres y mujeres, lo que Dios quiere para su florecimiento y comunión mutuos.[9] Los papeles de género complementarios se ven más claramente en el matrimonio (más acerca de este tema abajo) y en el liderazgo de la iglesia local.[10]

  3. Dios ha diseñado el matrimonio como una relación entre un hombre y una mujer en la que se convierten en una sola carne y se comprometen el uno con el otro hasta la muerte[11] (Gn 2:18-25; Mt 19:4-6; Ro 7:1-3; 1 Corintios 7:39).

    • a. La relación de una sola carne de un marido y la mujer ha sido diseñada por Dios para reflejar la unión inseparable de Jesucristo y de su pueblo, la Iglesia (Ef 5:22-33).

    • b. Como Jesucristo es la cabeza de la Iglesia, dentro del matrimonio el esposo ha sido designado por Dios como la cabeza de su esposa, y se le ha dado la responsabilidad de amar, alimentar y honrar con sacrificio a su esposa, tal como Cristo lo hace con su Iglesia (Efesios 5:25-33; 1 Corintios 11:3; Colosenses 3:19; 1 Pedro 3:7).

    • c. Asimismo, dentro del matrimonio la esposa ha sido designada por Dios como una compañera indispensable para su esposo, con la responsabilidad de amar, respetar y someterse a su esposo como la Iglesia se somete a Cristo (Gn 2:18-25; Efesios 5:22-24; Tito 2:3-5; 1 Pedro 3:1-6; Colosenses 3:18).

    • d. Debido a que los papeles de marido y mujer se definen en relación con Cristo, así como el uno al otro, los dos deben llevar a cabo sus funciones en la sumisión y la obediencia a Cristo:

      • i.  Un marido no puede abusar de su papel como cabeza de su esposa pidiendo o exigiendo su hacer algo, o para unirse a él en hacer algo-que violaría las claras enseñanzas de las Escrituras. Tampoco puede seguirla al pecado, si ella se lo pide o le exige que lo haga. Debe someterse a Cristo como Señor y debe llamar respetuosamente a su esposa para que haga lo mismo (Génesis 3:17; Job 2:9-10; Lucas 17:1-4; Efesios 5:25-30; 1 Pedro 3:7).

      • ii.  Del mismo modo, una esposa no puede pedir ni exigir a su esposo que haga algo, o unirse a ella para hacer algo, que violaría las claras enseñanzas de las Escrituras. Tampoco se le requiere ni se le permite someterse a su esposo si hacerlo la llevaría al pecado. Ella debe someterse a Cristo como Señor y debe llamar respetuosamente a su esposo para que haga lo mismo (Génesis 3:6; Lucas 17:1-4; Efesios 5:22-24; Colosenses 3:18; 1 Pedro 3:1-6).

  4. Si bien Dios ha designado distintos papeles de género dentro del matrimonio y para los líderes dentro de la iglesia local, muchos de los que comúnmente se conocen como papeles de género fuera de estos contextos se derivan de la cultura y deben ser evaluados cuidadosamente por hombres y mujeres cristianos a la luz de la ética de amor, honor y servicio sacrificial de Jesucristo.

    • a. Aunque Jesucristo es Dios encarnado como un ser humano masculino, es el ejemplo tanto para hombres como para mujeres, y tantos hombres como mujeres están llamados a imitarlo en sus relaciones mutuas. Esto no significa que las mujeres deban buscar adoptar el papel de género de los hombres en su cultura, sino que las mujeres deben buscar seguir la ética y el ejemplo de Jesús en sus relaciones como mujeres (Juan 13:34-35; Efesios 5:1-2; 1 Co 11:1).

    • b. Los hombres y mujeres cristianos deben buscar vivir de una manera apropiada al papel típico de su género dentro de su cultura, en la medida en que no viole las Escrituras, para que puedan dar un ejemplo comprensible del amor de Cristo a sus prójimos. Cualquier papel cultural de género que lleve a la degradación, devaluación u opresión de cualquier género debe ser rechazado (1 Co 9:19-23; 10:31-11:16).

    • c. Dentro de la iglesia local, los hombres y mujeres cristianos están llamados a amarse y honrarse mutuamente como miembros de la familia, debido a su identidad compartida como hijos de Dios (Marcos 3:33-35; 1 Timoteo 5:1-2; 1 Juan 3:1-3, 11-18; 4:19-5:1).

  5. La sexualidad humana, que incluye atracción sexual, deseos y acciones, es un don de Dios y está destinada al placer y la unión de un hombre y una mujer dentro del matrimonio (Cantar de los Cantares; 1 Co 7:1-5; Heb 13:4).

    • a. Sin embargo, el pecado ha afectado todos los aspectos de la sexualidad humana de tal manera que todos los seres humanos caídos experimentan atracciones y deseos, y eligen actuar sobre ellos, de maneras desordenadas y contrarias a la buena intención de Dios (Ro 1:24-27; 13:13-14; Mateo 5:27-28; Marcos 7:21; 1 Co 6:9-11; Gálatas 5:19-21; 1 Pedro 4:3-4).

    • b. Cualquier actividad sexual fuera del matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer es pecado y viola el buen diseño de Dios para la sexualidad humana (Ro 1:26-27; 1 Co 5-7; Ef 5:1-11; 1 Ts 4:3-8; Hebreos 13:4).

      • i. Dentro del matrimonio heterosexual monógamo, cada cónyuge tiene la responsabilidad y el privilegio de administrar su sexualidad en sumisión a Dios y para la bendición de su cónyuge (1 Co 6:18-7:5; 1 Ts 4:3-8).

        ii. La actividad sexual abusiva y egoístamente motivada dentro del matrimonio también es una violación pecaminosa del diseño de Dios. Esto incluye el uso del poder o la autoridad para obligar al cónyuge a participar en una actividad sexual, así como el hecho de que cualquier cónyuge (independientemente del género) retenga las relaciones sexuales con su cónyuge con fines de manipulación. En otras palabras, manipular al cónyuge para tener relaciones sexuales y usar el sexo para manipular al cónyuge no honran el sexo entre marido y mujer como un regalo sagrado de Dios (1 Co 7:3-5; Heb 13:4).

    • c. A través del poder del Espíritu Santo, los cristianos son llamados y capacitados para buscar el arrepentimiento y la santidad en su sexualidad, y administrar sus atracciones, deseos y acciones sexuales de acuerdo con el diseño de Dios para la sexualidad humana (Efesios 5:1-11; 1 Ts. 4:3-8; Hebreos 13:4).

    • d. A través del poder del Espíritu Santo, una vida de soltero célibe no solo es posible, sino que debe ser igualmente honrada junto con el matrimonio como agradable a Dios y esencial para la vida y el testimonio de su Iglesia (Isa 54:1-5; 56:4-5; Mateo 19:10-12; 1 Corintios 7:25-38).

  6. Así como el matrimonio entre un hombre y una mujer es el contexto previsto por Dios para el disfrute de la actividad sexual, así también el matrimonio entre un hombre y una mujer es el contexto previsto por Dios para tener y criar hijos (Génesis 1:28; 4:1; Éx 20:12; Deut 5:16; Prov 1:8; 6:20; Ef 6:1-4; Tito 2:3-5) 

    • a. La conexión entre el sexo y la procreación: Dios diseñó la unión sexual de un hombre y una mujer en matrimonio para ser el medio a través del cual los humanos cumplirían su bendición y mandato de “crecer y multiplicarse” (Génesis 1:28; 4:1, 17, 25). 

      • i. Esto no significa que cada acto sexual entre marido y mujer conducirá a la concepción de un hijo. Dios es soberano sobre cada instancia en que un acto sexual conduce a la concepción de un hijo, sobre cada etapa del desarrollo de un niño dentro del vientre de su madre, y sobre cada momento de la vida de un niño desde su nacimiento hasta su muerte (Job 31:15; Sal. 127:3; 139:13-16; Ecl 11:5; Hechos 17:24-28). 

      • ii. Dios también es soberano y compasivo con las parejas casadas que experimentan esterilidad o infertilidad: la incapacidad de concebir hijos a través de su unión sexual o de llevar un embarazo hasta el punto de nacer vivo (aborto espontáneo). La infertilidad no es una señal del castigo o desagrado de Dios, pero es un ejemplo trágico del quebrantamiento que experimentamos en nuestros cuerpos debido al pecado humano. Como pueblo de Dios, nos lamentamos con aquellos que sufren el dolor de la infertilidad (Romanos 12:15; 1 Corintios 12:26). 

      • iii. La historia bíblica testifica repetidamente de la capacidad de Dios de “abrir la matriz” incluso de aquellas que experimentaron períodos prolongados de infertilidad. Por lo tanto, los matrimonios que desean tener hijos, pero experimentan infertilidad, deben sentirse libres de expresar continuamente su deseo a Dios en la oración, confiando en que Él puede darles un hijo, pero también confiando en su bondad y cuidado de ellos, incluso si él no concede su deseo. (Génesis 17:15-19; 18:9-14; 21:1-3; 25:20-21, 26; 30:1-2, 22; 1 Sam 1:1-20; Lucas 1:5-25). 

        • 1. En las últimas generaciones, se han desarrollado muchos tipos de tratamientos y procedimientos de fertilidad para ayudar a las parejas que tienen dificultades para concebir. Algunos de estos procedimientos pueden ser útiles, pero otros están plagados de cuestiones éticas graves que deben considerarse cuidadosamente de antemano, utilizando las Escrituras, la oración y el consejo de cristianos maduros. 

        • 2. Cuidando/adoptando hijos adoptivos que necesitan padres amorosos es una manera profundamente hermosa para que los matrimonios cristianos que desean tener hijos hagan crecer sus familias y den un ejemplo vivo de la gracia de Dios al adoptarlos (Romanos 8:15-17; Gálatas 4:4 -7; Efesios 1:3-6). 

    • b. La validez del sexo conyugal aparte de la procreación: Damos gracias a Dios por diseñar la unión sexual entre marido y mujer como medio para generar una nueva vida humana. Sin embargo, debido a que reconocemos la soberanía de Dios sobre cuándo la unión sexual resulta en la concepción, también reconocemos que el sexo entre un esposo y una esposa no solo tiene como objetivo la procreación, ni necesariamente debe estar siempre abierto a la procreación.[12]

      • i. Como se mencionó anteriormente, creemos que la sexualidad humana está “destinada al placer y la unión de un hombre y una mujer dentro del matrimonio”. Por lo tanto, es bueno y correcto que un esposo y una esposa participen juntos en actos sexuales simplemente para servirse y agradarse mutuamente y para deleitarse y fortalecer su unión como marido y mujer (Cantar de los Cantares; Prov. 5:15-19; 1 Corintios 7:3-5). 

      • ii. También creemos que está permitido que las parejas cristianas casadas utilicen métodos anticonceptivos no abortivos, para que puedan disfrutar del regalo de Dios de la intimidad sexual cuando no estén buscando concebir hijos.[13]

    • c. El mandamiento de multiplicarse en el Antiguo y el Nuevo Testamento: En el Antiguo Testamento, Dios repetidamente ordenó a las personas “crecer y multiplicarse” al tener hijos (Génesis 1:28; 9:1, 7; 35:11), y Dios prometió bendecir con hijos a quienes confiaron en él para que la comunidad del antiguo pacto creciera (Gen 12:1-3; 15:1-6; 17:20; 48:4; Deut 7:12-14; 28:1-4 , 11; 30:9; Sal 127:3-5). En el Nuevo Testamento, sin embargo, los seguidores de Jesús nunca se les ordena multiplicarse teniendo hijos,[14] sino que se les ordena multiplicarse haciendo discípulos (Mateo 28:18-20). La bendición de Dios sobre su pueblo del Nuevo Pacto fue evidente a medida que crecía el número de discípulos (Hechos 2:47; 4:4; 6:1, 7; 9:31; 16:5; Col 1:5-6). Por lo tanto, aunque afirmamos que el mandato de la creación de “ser fructíferos y multiplicarnos” sigue siendo válido, creemos que el enfoque principal de la multiplicación en la comunidad del Nuevo Pacto[15] no es tener hijos biológicos sino hijos espirituales a través de compartir el evangelio y discipular a los que creen. El discipulado recibe el énfasis, pero no excluye tener hijos biológicos. (Juan 3:3-8; 1 Cor 4:14-17; 2 Cor 12:14; Gálatas 3:7-9; 4:18-19; 1 Tes 2:7-12; 1 Tim 1:2; 5:14; Tito 1:4; Filem 1:10; 3 Juan 1:4). 

      • i. Los hijos biológicos siguen siendo una bendición del Señor (Salmo 127:3-5), y a los matrimonios cristianos que tienen hijos se les ordena “criarlos en la disciplina e instrucción del Señor” (Efesios 6:4). Así, dentro del Nuevo Pacto, el propósito de la crianza de los hijos es buscar hacer discípulos de los hijos que Dios nos da.[16] 

      • ii. Además, dentro del Nuevo Pacto, todos los creyentes tienen la bendición y la responsabilidad de participar en la crianza espiritual al hacer discípulos, ya sean casados o solteros, estériles o fértiles, jóvenes o viejos (Mateo 28:18-20; Isaías 54:1- 5; 56:3-5; Mateo 19:10-12; Marcos 10:29-30; 1 Cor 7:25-38).[17] 

      • iii. Dentro de un matrimonio cristiano, marido y mujer pueden elegir libremente tener y criar hijos (ya sea biológicamente o mediante adopción) o renunciar a tener hijos. Pero, elijan lo que elijan, están llamados a ser “fructíferos y multiplicarse” haciendo discípulos. 

Raza y Etnicidad[18]

  1. Todo ser humano está hecho a imagen de Dios, incluida toda raza, etnia o nacionalidad (Génesis 1:26-29).

    • a. Dios creó a la raza humana con el potencial de una gran diversidad en sus características físicas (color de piel, cabello y ojos, rasgos faciales, estatura, masa muscular, etc.).

    • b. Además, a medida que los humanos obedecieron el mandato de Dios de "fructificad, multiplicaos y llenad la tierra" (Génesis 1:28), esto probablemente habría llevado a la diversificación gradual (pero no a la división) de las culturas y costumbres humanas, incluso si Adán y Eva no se había rebelado contra Dios (Hechos 17:24-28).

    • c. Por lo tanto, afirmamos que la diversidad física y cultural es parte de la buena intención de Dios para los seres humanos, como lo demuestra la visión de una humanidad renovada en Cristo, compuesta por personas de “toda tribu, lengua, pueblo y nación” (Ap 5:9-19; 7:9-17).

    • d. Incluso en un mundo pecaminoso, la diversidad de culturas humanas ha llevado a una gran belleza, descubrimiento y avance tecnológico, dando evidencia de que, aunque los humanos son pecadores, todavía están hechos a la imagen de Dios y reflejan algo de la intención de Dios en lo que han hecho y producido (Mateo 7:9-11; Romanos 2:14-16).

  2. El pecado de la humanidad llevó a un quebrantamiento en su relación con Dios y entre los humanos uno al otro (Génesis 3:16; Romanos 1:28-31; Santiago 4: 1-3). Como resultado, la diversidad física y cultura humana, que Dios quiso para bien, se ha corrompido de manera devastadora:

    • a. Dios instituyó la confusión y división de los lenguajes humanos en Babel. Este fue tanto un acto de juicio sobre los humanos por su rebelión contra él y también como un acto de misericordia que inhibió la capacidad del humano para cooperar más en la actuación del mal (Génesis 11:1-9).

    • b. Aunque las culturas humanas han producido mucho que es hermoso y beneficioso, debido a que los humanos son pecadores, todas las culturas humanas también son corruptas y operan de formas que son contrarias a la intención de Dios. Por lo tanto, los valores y prácticas de cada cultura deben evaluarse de acuerdo con las Escrituras (Hechos 14:15-17; 17:22-30; Ro 12:2; 1 Co 1:18-25; Ef 4:17-19; 1 Ts 5:21-22; 1 P 1:18; 4:1-5; 1 Juan 2:15-17).

    • c. Además, los seres humanos han respondido pecaminosamente a la diversidad humana al ver a los que se diferencian de ellos con orgullo, miedo y hostilidad (Efesios 2:14b). Atribuyen valor a sus diferencias, elevando ciertos atributos o culturas como superiores y denigrando a otros como inferiores. Aquellos que se consideran superiores han buscado explotar y dominar a los que se consideran menos valiosos. En sus formas más malignas, estos juicios de valor pecaminosos han resultado en males sistémicos como la segregación y atrocidades como la esclavitud y el genocidio.

      • i. Renunciamos y nos arrepentimos de los juicios de valor pecaminosos que asignan mayor o menor valor a los seres humanos en función de las características físicas, el idioma o la cultura.

      • ii. Recordamos y lamentamos esas atrocidades que han ocurrido en la historia.

      • iii. Condenamos y nos oponemos a tales atrocidades donde se cometen hoy.

  3. Afirmamos y defendemos la igualdad de valor y dignidad de todos los seres humanos, porque todos están hechos a imagen de Dios (Gen 1:26-29).

  4. Afirmamos que todos los seres humanos de todas las etnias necesitan igualmente la salvación del pecado y muerte y reconciliación con Dios por medio de Jesucristo. Por lo tanto, todos los seres humanos de todas las etnias deben ser llamados a arrepentirse y confiar en Jesucristo (Hechos 17:30-31; Romanos 1:16-18; 3:9-24).

  5. Afirmamos que Jesucristo murió y resucitó para redimir a las personas de todas las etnias y crear una humanidad nueva y unida en sí mismo (Apocalipsis 5:9; Juan 12:32; Hechos 10:34-35; Gálatas 3:28; Efesios 2:11-21; Colosenses 3:11).

    • a. La muerte y resurrección de Jesús son los medios por los cuales se puede resolver la hostilidad entre diferentes etnias, ya sea que esa hostilidad esté enraizada en la supuesta superioridad de un grupo sobre otro, o motivada por la amargura y la venganza por cómo el grupo de uno ha sido maltratado por otro (Efesios 2:14-17; Colosenses 3:11-17).

    • b. La nueva humanidad en Cristo no borra la diversidad humana. Más bien, restaura la buena intención de Dios para la diversidad humana al permitir que los humanos estén unidos en el amor, el honor y el servicio a Dios y a los demás (Romanos 12:1-21; 15:5-9).

    • c. Jesucristo ha confiado a su Iglesia la misión de “hacer discípulos de todas las naciones” (Mt 28; 18-20; cf. Hch 1:8), y de demostrar a través de su vida compartida no solo un aprecio por la diversidad étnica sino también la realidad de la reconciliación étnica en Cristo[19] (Gálatas 3:28; Efesios 2:11-21; 3:6; Colosenses 3:11).

Niños

  1. Todo ser humano está hecho a imagen de Dios, inclusos los niños. Por tanto, la vida de todo niño es sagrada, valiosa y digna de cuidado y protección desde el momento de la concepción.[20] La iglesia local tiene la responsabilidad de valorar y proteger la vida de cada niño dentro de su congregación, y aun abogar por el valor y la protección de la vida de cada niño dentro de su comunidad local y a extender la provisión y protección a los niños que están siendo maltratados, ya sea de manera permanente o temporal (Génesis 1:26-29; Sal 139:13-16; Mateo 18:1-6; 19:13-15; Lucas 1:39-44; Santiago 1:27).

  2. Los niños son una bendición de Dios, sin embargo, cada niño ha nacido en la humanidad caída y pecadora en Adán, y manifiesta su participación en la rebelión de Adán contra Dios a través de acciones voluntarias y pecaminosas desde una edad temprana (Sal 51:5; 58:3; 127:3-5; Génesis 8:21; Romanos 3:23; 5:12-14; Efesios 2:1-3).

    • a. Por lo tanto, los niños necesitan la salvación del pecado y la muerte y la reconciliación con Dios a través de Jesucristo (Ro 3:9-18; 21-24).

    • b. A los niños se les debe enseñar sobre su pecado y la necesidad de salvación y se les debe animar a confiar en Jesucristo y someterse a él como Rey (Hechos 2: 38-39).

  3. La niñez es una etapa preciosa pero temporal del desarrollo, marcada por alegría, la imaginación y el descubrimiento, así como la ignorancia, la necedad y la susceptibilidad al engaño. Por lo tanto, los niños necesitan tanta instrucción como disciplina para crecer hacia madurez (Pr 22:14; 23:13-14; Ef 4:14; 1 Co 13:11; 14:20; Heb 5:11-14).

    • a. Los padres tienen la responsabilidad primordial de la instrucción y disciplina de sus propios hijos, y los hijos son responsables de honrar y obedecer a sus propios padres (Ef 6:1-4; Col 3:20-21; 2 Co 12:14; Heb 12:7-11).

    • b. Dentro de la iglesia local, la congregación tiene un papel secundario, pero aun una indispensable responsabilidad de apoyar, alentar y unirse a los padres en la disciplina e instrucción de sus hijos (Dt 6:4-9; Sal 78:3-7; Ef 4:11-16; Tito 2:3-5).

Discapacidad

  1. Todo ser humano está hecho a imagen de Dios, incluidos aquellos que experimentan discapacidades, ya sean físicas o mentales.

  2. La iglesia local tiene la responsabilidad de honrar, dignificar y extender el compañerismo a todos, entre ellos, incluidos los discapacitados (1 Corintios 12: 12-26).

    • a. A menudo, las personas con discapacidades y sus familias tienen necesidades importantes que pueden y debe cumplirse mediante actos de servicio por parte de la iglesia local.

    • b. Sin embargo, el mayor honor y dignidad se transmite cuando las personas creyentes con discapacidades son plenamente aceptadas dentro de la confraternidad de la iglesia local y se les confía con una responsabilidad significativa de servir con y para otros en la congregación (Gal 6:10; Santiago 2:14-17; 1 Juan 3:16-18; Tito 3:14; Ro 12:6-13; 1 Corintios 12:4-7).

Los Ancianos

  1. Todo ser humano está hecho a imagen de Dios, incluidos los ancianos. De hecho, la Biblia atribuye mayor honor y dignidad a los ancianos (Lv 19:32; Pr 16:31; 20:29).

  2. La iglesia local está llamada a honrar y servir a los ancianos dentro de su congregación y las comunidades circundantes (1 Timoteo 5:1-3; 1 Pedro 2:17; Gálatas 6:10).

    • a. La responsabilidad principal del cuidado y la provisión de los ancianos recae en sus propios hijos adultos. Si una persona mayor creyente dentro de una iglesia local no tiene hijos adultos, o si sus hijos adultos no pueden cuidar de ellos, es responsabilidad de su iglesia local hacerlo (1 Timoteo 5:3-10, 16; Santiago 1:27).

      b. Los creyentes ancianos tienen una responsabilidad única e indispensable dentro de la comunidad de la iglesia local de servir como padres espirituales para hombres y mujeres más jóvenes y como abuelos espirituales para los niños dentro de la congregación, enseñando y modelando un estilo de vida piadoso a través de sus palabras y acciones (1 Ti 5:1-2; 2 Ti 1:5; Tito 2:1-5).


Notas

 

Recursos (en ingles) Para Estudios Adicionales

Teologia de la Humanidad

  • Marc Cortez, ReSourcing Theological Anthropology, 2017.

  • Wayne Grudem, Systematic Theology, Part 3: The Doctrine of Man, 1994.

  • John F. Kilner, Dignity and Destiny: Humanity in the Image of God, 2015.

  • C. Everett Koop and Francis Schaeffer, Whatever Happened to the Human Race?, 1983.

  • Owen Strachan, Reenchanting Humanity: A Theology of Mankind, 2019.

Género y Sexualidad

  • Rosaria Butterfield, The Secret Thoughts of an Unlikely Convert: An English Professor’s Journey into Christian Faith, 2014.

  • Elyse Fitzpatrick and Eric Schumacher, Worthy: Celebrating the Value of Women, 2020.

  • Wesley Hill, Washed and Waiting: Reflections on Christian Faithfulness and Homosexuality, 2016.

  • Scott Mehl, Redeeming Sex in Marriage: How the Gospel Rescues Sex, Transforms Marriage, and Reveals the Glory of God, 2024. 

  • John Piper, What’s the Difference?, 2008.

  • John Piper and Justin Taylor, Sex and the Supremacy of Christ, 2005.

  • Preston Sprinkle, Grace//Truth 1.0: Five Conversations Every Thoughtful Christian Should Have About Faith, Sexuality & Gender, 2017.

  • Mark A. Yarhouse, Understanding Gender Dysphoria, 2015.

  • Christopher Yuan, Holy Sexuality and the Gospel, 2018.

Matrimonio y Solteria

  • Barry Danylak, Redeeming Singleness, 2010.

  • Gordon Fee, The First Epistle to the Corinthians, The New International Commentary on the New Testament, 1987. (section on ch. 7, pp. 267-357).

  • Timothy & Kathy Keller, The Meaning of Marriage, 2011.

  • John Piper, This Momentary Marriage, 2009.

Raza

  • J. Daniel Hays, From Every People and Nation: A Biblical Theology of Race, 2003.

  • John Perkins, One Blood: Parting Words to the Church on Race and Love, 2018.

  • Jarvis Williams, One New Man: The Cross and Racial Reconciliation in Pauline Theology, 2010.

Discapacidad

  • Stephanie Hubach, Same Lake, Different Boat: Coming Alongside People Touched by Disability, rev. ed., 2020.

  • Joni Eareckson Tada, Steve Bundy and Pat Verbal, Beyond Suffering: A Christian View on Disability Ministry: A Cultural Adaptation, 2014.

Ninos y Crianza

  • William Farley, Gospel-Powered Parenting, 2009.

  • Paul David Tripp, Parenting, 2016.